Un siglo más tarde, y después de haber sido residencia de un antiguo alcalde, edificio de viviendas o albergue, el inmueble evoluciona como pequeño hotel histórico urbano. Se ubica en el borde de la Alameda, y su orientación es inmejorable, con la fachada este hacia el casco histórico y la oeste hacia el monte Pedroso. Mantenemos tanto la estructura vertical de muros de carga de granito como los forjados horizontales de vigas, pontones y tabla de madera, con los ajustes y reparaciones necesarios. Para mejorar la accesibilidad se rebaja la cota de la planta baja y se instala un ascensor. Funcionalmente, el esquema es relativamente clásico, con un pasillo central de distribución y tres habitaciones a cada lado, con la crujía de aseos en la zona intermedia en las plantas superiores. En la planta baja el esquema es similar, aunque la banda oeste se dedica a zonas comunes, directamente relacionada con el jardín. Se restauran el portal de acceso y la escalera, recuperándose sus acabados originales. El pavimento de mármol del vestíbulo se prolonga en toda la planta baja y las baldosas hidráulicas previas se trasladan a las galerías de las plantas altas. Ésta parte del edificio, que se corresponde con la fachada oeste, era la que se encontraba más deteriorada y modificada a lo largo del tiempo, y donde nuestra intervención es más profunda. Se sustituyen los ya mencionados pavimentos y se completa la fachada con un entramado de madera pintada que incorpora aislamiento intermedio y unas nuevas ventanas, también de madera. Completa esta mejora energética la renovación de la cubierta. Se renuevan, así mismo, todas las instalaciones, con la maquinaria integrada en el bajo cubierta y la distribución de conductos por el pasillo central de cada planta.