La edificación, situada en casco histórico de la ciudad de Pontevedra constaba en su estado original de una planta baja, entreplanta, planta primera y bajocubierta. Las distintas plantas se encuentran perforadas, existiendo un hueco central, alrededor del cual se desarrollan de forma diáfana todas las plantas. Dicho hueco cuenta con geometría variable hasta la cubierta donde se convierte en un lucernario que ilumina el conjunto.Se prevé el acondicionamiento de uso comercial para uso como restaurante. Los comedores se ubicarán en las plantas baja y primera, reservando la entreplanta para la cocina. El espacio bajocubierta, se reserva para las instalaciones.Dados los anteriores usos como ferretería, el edificio posee un carácter sobrio e industrial, marcado por los espacios libres y sin compartimentar, los techos altos y la estructura vista de hormigón y acero. Elementos que dotan al inmueble de una identidad propia.Así, la intervención se centra en resolver un programa funcional intentando alterar mínimamente su estado original, salvo ciertas alteraciones o añadidos de nuevos elementos, fruto de las exigencias programáticas.La formalización de los nuevos elementos comparte con el resto de la edificación la intencionalidad sobria y desornamentada, pero con un lenguaje formal y una selección de materiales que los sitúa en otro tiempo. Se produce una doble relación entre lo nuevo y lo heredado, fuerte contraste en la apariencia, aunque en el fondo subyace la coincidencia en la lógica de construir y fabricar. En la intervención se evita el empleo de materiales ya existentes, o cuando menos que se expresen con los mismos códigos, como la madera y el granito. Se establece este criterio como medida para evitar conflictos entre lo nuevo y el heredado. La nueva selección de materiales comparte con los ya existentes la neutralidad, la desnudez y ausencia de cualquier pretensión ni voluntad expresiva, más allá de cumplir la función que mayor naturalidad y discreción posible.