Nos encontramos en un acantilado (37 grados), rocoso, era ‘el Risco’, sitio de reunión de la gente joven de Málaga. Los clientes son una pareja que querían una casa integrada en el entorno natural mirando al mar. Urbanísticamente la parcela era muy compleja, solo se podía construir en una esquina de la misma en una zona muy estrecha. Con estos condicionantes dividimos la casa en dos volúmenes, uno de acceso-trabajo/taller y otro de vivienda con un único dormitorio, cocina y salón-comedor. La conexión entre los dos volúmenes se realiza por un ‘pasillo’ exterior cubierto y abierto donde la roca de la montaña se convierte en elemento de conexión y punto de encuentro exterior para recordar ese lugar mítico de reunión malagueño. Buscando la integración total hemos intentado mantener la esencia de la parcela al máximo, manteniendo incluso los grafitis originales ya que son parte de la historia del entorno. Consideramos que lo más respetuoso con el medio ambiente, no son sólo los elementos añadidos tipo materiales, instalaciones, sistemas constructivos… sino que la base y el principio debe ser que el proyecto es uno con el medio y la parcela. El diseño debe nacer de su entorno y adaptarse a él y no al revés. El edificio surge de las curvas de nivel del acantilado, adaptándose a ellas, tanto en estética como en funcionalidad. La roca de la esta parcela ha sido reutilizada en diferentes puntos del proyecto. Desde un componente estético en la casa; ser el elemento de conexión entre espacios o en los diferentes cambios de nivel; picada y usada para los muros de los bancales del camino de acceso; incluso triturada para usarla como grava en los recorridos interiores de la parcela y como acabado en la cubierta bajo los paneles fotovoltaicos.Pretendemos volver al fundamento de la arquitectura vernácula, mimetizarnos con el territorio. Gracias a los avances hemos podido implementar nuevos materiales y técnicas que nos permiten un mayor confort y distintas opciones estéticas. Sin embargo, el origen de todo es la adaptación al entorno, tanto en diseño como en materiales. Hemos usado la roca original del acantilado, así como la vegetación autóctona de la zona como protagonistas del conjunto arquitectónico. En el resto de materiales, queríamos transmitir la realidad de la obra, usando pocos, de la zona y de fácil acceso. La estructura y acabado principal es de hormigón visto, de encofrado simple con tablones de madera; el suelo es de piedra natural procedente de Almería; toda la madera es de pino termotratado de Sevilla; las carpinterías de aluminio reutilizado; porcelánico en el banco-mirador, fabricado con materiales reciclados al 65%.