Un espacio para todas las personas.Con la mirada puesta en la muralla y el casco antiguo de Almazán e imaginando el movimiento de sus habitantes se busca obtener la respuesta más natural posible para establecer una relación real y propia entre este nuevo espacio público y ambas partes del pueblo (casco antiguo y ensanche), eliminando la sensación de barrera anterior, con 5 metros de desnivel, que hacía difícil o insalvable este paso para muchos de sus habitantes. De esta conversación entre el pueblo y las personas nacen los pliegues de la nueva “Plaza del Zarrón”, posibilitando diferentes recorridos y maneras de estar que representan a cada usuario y usuaria sin discriminación. Un espacio público que cose la historia y el presente de Almazán y donde lo importante son los grados de libertad de cada persona que pasea, está o pasa por allí.Geométricamente se reparte el desnivel de forma uniforme en toda la superficie de la plaza. Los primeros pliegues de esta superficie surgen para constituir plataformas inclinadas en zigzag que proporcionan un recorrido accesible universal entre sus dos extremos. A lo largo de este recorrido aparecen nuevos pliegues, esta vez sin pendiente, que se erigen como lugares para estar y descubrir diferentes puntos de vista y soleamiento. Estas plazas dentro de la plaza serán el lugar donde se disponga el mobiliario y la vegetación, junto con la escultura del Zarrón, que será reubicada en una de ellas desde la Plaza Mayor. Como complemento a estas plazas, otros dobleces atenúan la pendiente y generan espacios de menor escala donde poder estar, a modo de pequeños graderíos de dos escalones. Esta complejidad aparente se resuelve gracias a un exhaustivo estudio geométrico y modulación que permite su control, ejecución y optimización de recursos.La unión entre lo nuevo y lo histórico tiene eco en su propia materialidad, combinando su forma contemporánea con materiales, texturas y colores propios del pueblo. Para ello se resuelve este espacio utilizando principalmente tres materiales: adoquines de hormigón envejecido, madera y celosías metálicas inspiradas en forjas y carpinterías tradicionales.El adoquín envejecido tiene como objetivo favorecer la relación con la muralla, el casco antiguo y la plaza mayor. El despiece se basa en dos tamaños, 8x8 y 16x16, distribuidos en la plaza en función del uso de cada zona (paso, paseo o estancia), de manera cada uso y los diferentes niveles de accesibilidad se ponen de manifiesto a través del cambio de material.