Casa ubicada en un emblemático edificio en el centro de Pamplona. Proyectado en 1924 por el célebre Víctor Eusa para la compañía de seguros La Vasco Navarra, destaca fundamentalmente por la rotunda traza aca-démica que gobierna la composición de sus fachadas. La reforma supone una oportunidad para beneficiar el interior con las evidentes bondades de la rigurosa modulación, la seriación o el ritmo, apenas presentes en la distribución original. Herramientas disciplinares poco frecuentes en intervenciones de esta naturaleza, se les concede todo el protagonismo para procurar dotar a la vivienda de valores arquitectónicos más ambiciosos, al objeto de enriquecer la percepción e incrementar la sensación de amplitud. La demanda de espacios abiertos, en contraste con la excesiva compartimentación y los sucesivos filtros de privacidad que requerían programas y modos de vida obsoletos, favo-rece la puesta en valor de las referidas cualidades. Y el reconocimiento de la cantidad, la más importante cualidad espacial, y la siempre agradecida distancia. Puro oficio para resolver un ejercicio discreto y sin estridencias, a tono con la ocasión y con los clientes, tan audaces como exigentes y agradecidos. La materialización de estas inquietudes se manifiesta fundamentalmente en el formato del suelo, auténtica ‘clave’ del proyecto. La precisa y continua sucesión de las baldosas enteras del pavimento cerámico evidencia la referida modulación y abunda en el orden clásico que gobierna la nueva planta. Las oblicuidades que presenta en los extremos ayudan a interrumpir con relativa naturalidad el patrón de repetición impuesto.Siendo así, el esforzado trabajo de ajuste y manipulación plástica parece diluirse en la aparente naturalidad con que se integran en la trama la rígida modulación de la fachada, los diversos componentes del programa doméstico y la caprichosa e incómoda disposición de elementos estructurales, ajenos al nítido orden clásico y sujetos a las complejas demandas de la distribución original. Los milímetros ganados en el espesor de la junta, intencionadamente gruesa, y la considerable divergencia entre la dimensión de la estructura apa-rente y la real, ofrecen los márgenes para resolver con éxito la ansiada integración y otorgar a la casa el esplendor que destilan las fachadas. Una equilibrada y contenida paleta de colores, texturas y materiales procura satisfacer al mismo tiempo las usualmente frías aspiraciones de los arquitectos y los amables deseos presentes en la calidez del hogar soñado por los propietarios. En este sentido, cobra especial relevancia la afortunada colaboración con Ondarreta que, merced a su generosa disposición, ha hecho posible abundar en la referida contención, permitiendo a los autores extender su sistema Dry para mesas y aplicarlo al diseño específico de todas las piezas de mobiliario ‘duro’, como la isla, las camas, consolas, etc.